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¿POR QUÉ NO SE PUEDEN MARGINAR LAS EMOCIONES EN LAS ORGANIZACIONES?


Porque el estrés y las emociones derivadas de él, impactan negativamente a las organizaciones y las personas ya que están estrechamente ligadas. Además de afectar la salud, la presión excesiva y prolongada merma nuestras capacidades intelectuales al afectar no sólo al riego de nuestro cerebro, sino también al dañar centros del sistema nervioso central que son claves en la memoria y el aprendizaje. Es menester de las empresas percibir al factor humano como un fin en sí mismo y no como un medio para lograr los resultados.

Así como el éxito financiero de una persona pierde su brillo si en el camino para lograrlo sacrifico su familia y su salud, de la misma manera sucede a nivel empresarial, ya que el éxito no es completo si sus colaboradores trabajan sin motivación, sin serenidad, sin confianza y sin ilusión. Se hace indispensable entonces reducir la tensión interior y para ello es necesario abrir los canales de comunicación, involucrar más a las personas en proyectos de la compañía donde puedan aportar sus ideas y desarrollar mejor sus habilidades, romper las islas y desarrollar un trabajo colaborativo y cooperativo donde se comparta la información, los objetivos comunes y la interrelación de las áreas.

También, la generación de valor fundamentada en la visión compartida de la empresa y el orgullo por los colores del equipo. Es vital encontrar una oportunidad en la diversidad, necesitamos juzgar menos y escuchar más, proveer un espacio que acoja con empatía las distintas formas y maneras de procesar la información, de percibir. Es trascendental que todos y cada uno de los miembros de una empresa, si forman parte del problema, también formen parte de la solución. La victimización impide utilizar sus recursos internos y posibilidades y en lugar de aportar, obstaculizan.

La solución se basa en tener más confianza en nosotros mismos y los demás, en auto liderar para liderar, en dar menos instrucciones y más ejemplo, en intentar comprender en lugar de controlar, en hablar menos y escuchar más, en saber gestionar sus propias emociones y las de los demás, en fomentar un extraordinario nivel de colaboración y cooperación a todo nivel y en todas las direcciones y trabajar en redes de participación compartiendo nuestra experiencia y confianza.

No se trata de marginar la emocionalidad sino de reconocerla y gestionarla a nivel individual y colectivo por el bien de todos!

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